Alejándonos un poco de las áreas de excursión llegamos a la primera edificación secular de la era barroca de Praga. Fue construída por orden del general imperial Alberto de Wellenstein, quien tras la compra de 23 casas, tres jardines y una cuadra entera erigió su colosal palacio.
Una avenida de esculturas, laberinto de setos, cesped, flores y fuentes conforman el jardín de esta fortaleza. En el patio interior se alza una curiosa pared esculpida a bajo relieve que simula, entre figuras de caras y monstruos, la formación de estalactitas. Avanzando hacia la residencia, se aprecia el techo del gran salón a todo lo alto con un fresco del mismo Wellenstein representando a Martes, Dios de la Guerra.
Wellenstein deseaba cenir la corona del Reino Checo y mejor aún, opacar la majestuosidad del Castillo Real. Queda a su juicio decidir si su último anhelo llegó a materializarse.
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